EL MILAGRO DEL SATE – El primer barrio de emisiones (casi) nulas

“Este está arreglado, el de atrás está arreglado… y mira el del medio, que no lo está, cómo se nota la diferencia. Con un aspecto tan sucio y desarreglado…”, reivindica ilusionada Manuela Navarro mientras pasea por las calles del madrileño Poblado Organizado de Orcasitas, su barrio y, desde hace unos años, su obra. Bien lo sabe el personal de la Churrería Deva, quienes la reciben con un calor hogareño digno de la más tierna de nuestras abuelas.

Sin embargo, ya caña en mano, Navarro reconoce no ser consciente de haber cambiado la vida a sus vecinos. Ha transformado el que fuera un precario suburbio del sur de la capital, de poco más de 23.000 habitantes, en una referencia de eficiencia energética tras alcanzar el estatus de energía casi nula y reducir las facturas de sus vecinos a más de la mitad. Una hazaña que incluso ha llegado a oídos del Parlamento Europeo.

El origen de esta historia se remonta a 2014, cuando un trozo de 600 kilos de antepecho -ese espacio de la pared de un edificio que hay entre el suelo y el vierteaguas de la ventana- cayó repentinamente. Un episodio que causó gran preocupación entre el vecindario y que activó a Manuela a picar la puerta de las administraciones para buscar soluciones.

Tras mucho esfuerzo, la del Ayuntamiento de Madrid se abrió y aceptó destinar subvenciones para renovar los bloques afectados por este riesgo de desprendimiento. Sin embargo, cuenta Navarro, aprovechando las reformas, el consistorio propuso aprovechar las reformas para aislar los edificios térmicamente.

El ‘milagro’ del SATE

“Uno de los grandes retos y una de las grandes posibilidades que tienen las ciudades para luchar contra la crisis climática es rehabilitar todo el parque de viviendas que construyeron nuestras madres y nuestras abuelas porque, evidentemente, consumen muchísimo, están mal aisladas y tienen sistemas poco eficientes”, defiende el arquitecto y activista urbano Alberto Nanclares.

En la Unión Europea, los edificios son responsables del 40% del consumo de energía y del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero en el Poblado Dirigido de Orcasitas, el Sistema de Aislamiento Térmico Exterior, conocido por sus siglas SATE, ha resultado una exitosa solución a esta problemática.

“Han forrado sus viejos edificios de los años ‘70 y ‘80, que son la mayoría de los que tenemos en toda Europa, de este material. Sería como ponerle un jersey a los bloques. De esa manera, sin gastar mucho ni tirarlos abajo ni reconstruirlos, se mejora muchísimo la eficiencia energética dentro de las viviendas, porque ya no se pierde ni el calor ni el frío que se genera”, explica Nanclares frente a una fachada invadida por un megalítico andamio.

De izquierda a derecha: edificio sin reformar, edificio reformado y edificio en reformas. Viviana Cordido

De esta manera, en apenas ocho años, Manuela Navarro ha conseguido abrigo para 90 de los 107 edificios del barrio. Sus viviendas mantienen en invierno, y sin calefacción, una temperatura constante de 19º. ¿El resultado? Según Navarro, una reducción de entre el 58 y el 65% de emisiones a la atmósfera y la mejora de los inmuebles en la escala energética, de la E a la C; algo que les ha permitido tener “edificios de energía casi nula”.

Combatir la pobreza energética

Pero no solo es energético el ahorro. Los vecinos también han notado los efectos de la eficiencia energética en sus bolsillos. Como la calefacción prácticamente ni se enciende, las facturas de gas y electricidad han caído en picado. La mejor muestra de ello es la cantidad que abonó Manuela durante la Filomena: “58 euros”. Antes de la obra, asegura que no pagaba menos de 300. “La diferencia es abismal”, apunta.

Este llamativo ahorro económico convierte al SATE en un gran instrumento de lucha contra la pobreza energética. Para Navarro es “la gran ventaja” de las rehabilitaciones que ha impulsado. “Hay familias o personas muy mayores que por sus bajos ingresos no podían poner la calefacción y se morían de frío. Con las obras, esto ha acabado”, defiende la vecina.

Todo un hito para un barrio que pertenece al distrito de Usera, donde la renta media por hogar es casi 15.000 euros más baja que la media de la ciudad de Madrid. Además, muchos residentes comentan a Manuela que, desde que tienen la reforma hecha, se resfrían mucho menos, por lo que tanto su calidad de vida como su salud “han mejorado notablemente”.

Manuela Navarro junto al primer edificio rehabilitado. Viviana Cordido

Los vecinos alados vuelven

Otra de las ventajas que ha tenido toda la rehabilitación energética del barrio es el florecimiento de una mayor fauna silvestre en sus calles. Gracias a reducir sus emisiones a la atmósfera, se pueden identificar en sus plazas una gran variedad de aves: desde pájaros carpinteros y gorriones hasta especies rapaces como autillos y cárabos. Manuela se siente una afortunada por poder despertarse cada día con el canto de los pájaros, algo que considera poco frecuente en el resto de la ciudad.

La primera cooperativa energética de barrio

Sin embargo, aquí no termina la obra de Manuela. Actualmente está involucrada en convertir al Poblado Dirigido de Orcasitas en el primer barrio ecosolar de la capital. Se trata de un proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Madrid que instalará 265 paneles solares y fotovoltaicos en siete edificios residenciales, dos viviendas unifamiliares y tres locales comerciales que darán servicio a 130 familias. “Se va a hacer a través de una cooperativa energética de barrio, algo nunca visto aquí”, concluye Navarro.

La labor de Manuela en favor de la rehabilitación energética de su vecindario le ha convertido en una ponente asidua en congresos y charlas sobre urbanismo sostenible. En diciembre de 2022 fue galardonada con el Premio GBCE al Liderazgo en Edificación Sostenible otorgado por Green Building Council España (GBCE) y, meses después, fue invitada por el Parlamento Europeo para exponer su caso en el Buildings Performance Institute (BPIE) como modelo de éxito en todo el Viejo Continente.

Fuente: RTVE

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